Tu infierno, su Paraíso
Pocos álbumes cuentan con un trasfondo interesante como este. Ficción, Lujuria y Blasfemia es el primer LP de la banda mexicana Pactum. Este disco fue lanzado al público a través de Avanzada Metálica en 1992, 3 años después de su EP homónimo, producido por ellos mismos. Sin embargo, tuvo que enfrentar bastantes problemas para ser lanzado al público debido a algunos títulos de sus temas y al propio contenido de sus letras. Es ya conocido entre los fans cómo el álbum tuvo que venderse con una carátula en la que no se leyera el título y rodeado de una funda blanca, con una contraportada en la que sólo figuraría la leyenda “CONTIENE 11 CANCIONES”.
Dejando de lado la calidad de audio, tenemos con un trabajo muy interesante por parte de una banda que ya contaba con 6 años de existir, que también venía de haber producido su propio EP y esto se nota. Los riffs de guitarra son acompañados de forma envolvente por la batería y el bajo. Algo que hemos de agradecer es que el bajo no está enterrado en la mezcla, lo que nos permite apreciar cómo el trabajo de Ortiz brilla por cuenta propia y es gracias a que no sólo se limita a copiar las líneas de Porcayo, sino que cuenta con varios fills y solos que añaden una dimensión extra a la ecuación. Los solos de guitarra son contados y breves, pero llenos de expresividad y que no abusan de un shredding que no se necesita. No son algo que se eche mucho en falta mientras se escucha el álbum y que esto no se interprete como si éstos estén mal ejecutados o sean aborrecibles, para nada; simplemente, están colocados de forma puntual conforme la ocasión lo amerite (por poner un ejemplo, "Tu Infierno, mi Paraíso"). La voz de Luís Castillo suena descarnada, como gruñidos atonales de una sombra maligna y enfurecida, rayando en susurros desgarrados que, aunque no resaltan en técnica, encajan con el ambiente decadente y agresivo. La sonido de la batería de Campos es un desastre, quizás como resultado de malas decisiones al momento de la grabación, pero que deja entever que su trabajo logra estar a la altura del resto de la música. Hay cierta actitud por parte de la banda como un todo durante el disco, desde amplias secciones instrumentales hasta apabullantes sesiones llenas de ira y velocidad (como en "Eyaculando Sangre")
Si bien tenemos que admitir que la atmósfera opresiva, la interpretación vocal de Castillo y el contenido lírico nos hacen pensar en black metal; estamos hablando de un álbum de thrash en escencia, eso sí, uno bastante ennegrecido. Una paliza musical que acompaña a unas letras controvertidas e irreverentes, que siempre buscan (y logran) provocar. Hablamos desde contenido blasfemo y abiertamente anticristiano, hasta canibalismo ("El Búnker"), abuso de sustancias y varias cotas de un hedonismo llevado al extremo mediante prácticas rituales cuestionables. Pese a no abordar temas que normalmente te ayudarían a iniciar una conversación casual, logran ser suficientemente cautivadoras mientras las escuchas ("Yo soy Dios" y "Escupiendo a la Biblia", por ejemplo). No es algo que le mostrarías a tu tía Concepción, pero su mérito radica en que tampoco llegan al extremo opuesto de repelerte o aburrirte, al grado de que se convierten en un gusto (no tan) culposo.
Algo que cabe destacar es la creatividad de las composiciones, pues al ser en su mayoría temas muy cortos de menos de 3 minutos, muchos de sus pasajes son únicos, lo cual se convierte en una rapsodia de oscuridad cruda con muy contados coros. Resaltan casos como "Antiprocreación", que es el tema más extenso y que cuenta con varias secciones diferentes o "Parricidio", que alterna partes psicodélicas con un intermedio salvaje. A veces, uno tiene la oportunidad de interpretar cómo se crea y se desenvuelve este caos. "La ira de la razón" comienza como una marcha y va degradándose sin que te des cuenta de ello y llegues al coro final con el que cierras todo este viaje a través de la cueva de poco más de 30 minutos a la que entraste escuchando "Yo Soy Dios".
Encontrar puntos bajos es algo que se muestra difícil mientras más lo escuchas, cada tema tiene sus destellos, pero cabe admitir que "Alaridos de Placer" podría ser la única pieza débil de todo el disco, sin nada realmente memorable (pese al coro), aunque en gustos se rompen géneros y que esto sirva para demostrar todo lo demás que te puedes encontrar en el resto del álbum. Como se señaló, no es un material que les encantará a todos desde el principio, pero es un trabajo al que se le agarra el gusto después de un par de escuchadas. ¿Redomendado? Claro que sí.
Personal
Luís Castillo - Voz
Woltan Campos - Batería
Antonio Porcayo - Guitarra
Alejandro Ortíz - Bajo
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