La masacre se desató
El primer disco de la banda
mexicana Inquisidor suena a un demo muy largo de una banda agresiva, demencial
y con mucho potencial. ¿Demo? Sí, a eso suena. La calidad de la mezcla es tan
mala que cuesta trabajo identificar correctamente la batería de Felipe Chacón,
los micrófonos captan más la reverberación del cuarto que del instrumento en
sí. Al igual, la guitarra de Baudelio Ayala cuenta con tanta distorsión que
muchas veces tienes que imaginarte las notas que está tocando en los registros
graves, algo que hará las delicias para un fanático del sonido crudo del
hardcore punk y que ahuyentará a los que no gusten de nada que no sean producciones
bien logradas. Del bajo tampoco podemos hablar debido a que está más enterrado que
la batería la mayor parte del tiempo.
Si esto no lapida al álbum
como un desperdicio es precisamente por lo que se encuentra debajo de todo ese
ruido. Una primera o segunda escucha no te serán suficientes para descifrar
todo lo que está ocurriendo entre esa marea de ruido, reverberación y
distorsión, pero poco a poco, la magia aparece. De nuevo, no es una tarea para
cualquier persona y es perfectamente entendible si decides no seguir escuchando
después de los primeros 60 segundos; no obstante, para quien está acostumbrado
a escuchar producciones así de precarias, sabe que a veces encuentras oro entre
demos que suenan mucho peor.
Precisamente, porque es un
contenido que toma su tiempo (y esfuerzo) descubrir (y describir), resalta
mucho la dificultad para hallar su estructura. Y es porque casi nunca se
recurre a la estructura verso + coro + verso… muchas veces, da la
sensación de que estás escuchando una rapsodia infernal y maligna dentro de una
cámara de tortura, que se convierte a veces en una propuesta teatral, si acaso
cabe la descripción. Y le cabe como anillo al dedo el nombre de la banda, por
momentos parece que estás escuchando un calabozo en épocas de la Inquisición.
Lo que sí destaca es la
interpretación vocal de Martín Huerta, que es una de las más desenvueltas, sin
compromisos y totalmente dedicada a hacer sonar a la banda como un acto que no
puedes tomarte a la ligera. Sólo tienes que escucharlo dándolo todo en Descansa en Paz o en Führer para darte cuenta de que no
estás escuchando a un grupo que toca sólo para pasar el rato. Estos temas,
junto con el resto de la segunda mitad del disco, muestran todo de lo que eran
capaces estos muchachos dese entonces.
Un tema aparte son las letras,
llenas de retórica y una crítica no sólo hacia las instituciones religiosas,
sino también hacia la sociedad y que toma como marco las referencias de la
religión; algo bastante más maduro que lo que a primera vista pensarías al
escuchar semejantes berridos y gruñidos. Son una joya a la que tendrás que
llegar haciendo uso del panfleto cual si fuera un mapa, porque sin él, le
entenderás poco o nada.
Ciertamente, este es un
material que no dista mucho de sonar como otro demo para la banda (en verdad). Pero
muchos opinan que la razón de que existan los discos es para vender entradas a
conciertos, sin duda, es algo que logró este álbum. Te genera una expectativa
de cómo será una presentación en vivo de Inquisidor y precisamente, sin volvernos
a recrear en la pésima producción, puedes garantizar que la banda suena mucho
mejor frente a la multitud (más les valdría). Cuesta trabajo creer que un acto
así haya no sólo logrado grabar este material, que se haya comercializado y que
la banda siguiera activa por muchos años después; sino que continuaron lanzando
más producciones, afortunadamente, mejores a este accidentado debut.
¿Es para ti? Ya desglosamos la
principal razón por la que podría no serlo, pero si gustas de la fiereza con la
que Paul Baloff se entregaba con cada interpretación de Bonded by Blood, o si
te gusta revisitar las oscuridades de Morbid Visions de Sepultura o In The Sign
of Evil, de Sodom; te recomendaríamos que le eches un vistazo a Inquisidor,
porque debajo de todo ese ruido, se encuentran joyas que han perdurado hasta
nuestros días. Ahora bien, si lo deseas, también puedes escuchar algunas de las
canciones regrabadas con una mejor producción aunque con la voz de Baudelio Ayala
(quien tomaría las riendas de la voz desde 1991) en su Antología 1.3 de 2014.
Personal
Martín
Huerta - voz
Baudelio
Ayala -
guitarra
Felipe
J. Chacón - batería
Ever
Cázares - bajo
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